Texto en español
Der letzte Tag in Kuala Lumpur. Er ist wie aus dem SĂŒdostasien-Bilderbuch in der Regenzeit: tief hĂ€ngende Wolken in allen Grauschattierungen, Temperaturen um die 30 Grad und die Luftfeuchtigkeit wie ein nasses Handtuch.
EntkrĂ€ftet lassen wir uns ins Taxi fallen, fahren zurĂŒck ins Apartment und gehen direkt in den Pool. Was fĂŒr ein schöner letzter Tag in Malaysias Hauptstadt. Leider mĂŒssen wir noch das GepĂ€ck klarmachen, aber es nĂŒtzt ja nichts. Morgen wird der Wecker um fĂŒnf klingeln und ab gehtâs zum Airport.
El Ășltimo dĂa en Kuala Lumpur. Es como el libro ilustrado del sudeste asiĂĄtico en la estaciĂłn lluviosa: nubes bajas y colgantes en todos los tonos de gris, temperaturas alrededor de los 30 grados y la humedad como una toalla mojada.
Probablemente serĂa mejor hundirse el dĂa en la piscina, pero en nuestro interior hay algo, que no deja que cumplamos ese plan tan cĂłmodo.
Con el Metro nos dirigimos a la Mezquita Nacional, que puede albergar hasta 13.000 personas y es por supuesto, la mĂĄs grande de su tipo en esta zona. La estaciĂłn de metro en la que bajamos para ir a la mezquita, se ve que no era la correcta o como nosotros creĂamos. Caminamos y caminamos desde el Mercado Central y al final llegamos sudados y sin aire. Finalmente nos enteramos que la mezquita permanece cerrada hasta la tarde hoy, no sabemos el motivo.
De acuerdo con nuestro mapa, el parque de aves por el que habĂamos pasado con nuestro bus turĂstico, estĂĄ prĂĄcticamente a la vuelta de la esquina. Pero no es asĂ. Preguntamos a alguien y nos informa que estĂĄ situado a unos dos kilĂłmetros cuesta arriba. A temperaturas normales no hay drama, con estĂĄ temperatura es morirse.
Paramos un taxi que nos llevara por tres euros. El parque, que es caro segĂșn los estĂĄndares malayos a 12 euros por billete, tiene subidas y bajadas en su recorrido. Hay mucho para ver, es el parque de vuelo libre mĂĄs grande del mundo. Para evitar que los pĂĄjaros se escapen, se instalaron esclusas entre las distintas tiendas o jaulas de malla, parecidas a las de un circo, que componen todo el parque. Como hoy es dĂa de fiesta, hay muchas familias con niños caminando. Los pĂĄjaros no tienen un dĂa fĂĄcil. Hay especies no solo del sur de Asia, tambiĂ©n de todo el mundo.
Me tomo un descanso a esa altura del paseo, porque ofrecen un tratamiento de pedicura de pescaditos. Diez minutos por 18 Ringgits. Mientras los pequeños limpiadores se ocupan de mis pies, que han sido destruidos en Rusia y China, familias enteras se reĂșnen alrededor de la pecera y yo, sentada con mis pies adentro. Se toman innumerables fotos. Un turista de India muy valiente tambiĂ©n prueba la pedicura con aplausos de los espectadores. Su esposa reacciona y mira como si lo hubieran metido en una pecera llena de pirañas, para los cinco hijos es un hĂ©roeâŠ.
Asà que con hermosos pies continuamos a través del parque. Miramos infinidad de påjaros de todo el mundo. No a todos se les permite moverse libremente, han construido jaulas adicionales para muchos de ellos.
Luego tomamos un taxi en la puerta del parque, donde vemos una familia de monos paseando libremente. Volvemos al apartamento y nos dirigimos directamente a la piscina. QuĂ© hermoso Ășltimo dĂa en la capital de Malasia. Desgraciadamente, todavĂa hay que preparar el equipaje. Mañana sonarĂĄ el despertador del celular a las cinco y nos vamos al aeropuerto.