Texto en español🇦🇷
Um 7:30 bläst uns in Irkutsk der eiskalte sibirische Wind ins Gesicht. 2 Grad. Vor dem Bahnhof werden wir sofort von Taxifahrern angesprochen, einer ist besonders anhänglich. Er will 700 für die Fahrt haben, ich höchstens 300 geben. Bei 400 tut er Juan leid, also fahren wir mit ihm in seinem rechts gelenkten Kleinbus. Rechts gelenkte Autos, Busse und Lastwagen sieht man hier viel. Wahrscheinlich günstige Exporte aus Japan.
Vor der Tür unseres Apartmenthauses in der Sowjetskaja 29 – nichts. Niemand, der uns die Schlüssel gibt. Dazu ist die russische sim-Karte im Idiotentelefon auch noch leer. Prima: Wir pfriemeln unser modem aus dem Gepäck, ich rufe den Mann via whatssapp an: „Where are you?“ Offenbar wartet er irgendwo – wo? Da kommt er auch schon um die Ecke geschossen, führt uns hinters Haus – wir sollen wir wissen, dass die Eingänge da sind? – zeigt uns Wohnung 34 im 11. Stock, Küche, Bad mit Waschmaschine, Wohnzimmer, Schlafraum. Es ist hell und geräumig, die Muster an Wänden und Bettwäsche muss man einfach verdrängen. Das Englisch unseres Vermieters bewegt sich auf meinem Russisch-Niveau. Irgendwie kommen wir doch mal wieder klar.
Nachdem der junge Mann gegangen ist, atmen wir erst einmal aus. Die Wohnung ist gut geheizt, also lassen wir mal ein bisschen Luft hinein. 500, 600 Meter weiter gibt es einen Spar-Markt – er wird unsere grösste Anstrengung heute bleiben. Gegenüber gibt es noch eine megafon-Filiale, da können wir das doofe Telefon aufladen.
Zuhause stellen wir fest, dass es zwar ein bisschen Geschirr in der Küche gibt, dafür keine Messer. Wie schön, wenn man eigene dabei hat. Die einzige Pfanne ist viel zu gross für die Platte – auch egal. Das Tollste ist die heisse Dusche, bevor wir ein paar Stunden Ruhe halten.
Wir sind todmüde, schaffen es gerade noch, eine Waschmaschine in Gang zu setzen, dann ist Zeit für eine Siesta. Wir sind über 12 Stunden in der Stadt und haben nichts, aber auch wirklich noch nichts gesehen. Das ist auch noch nicht passiert. Egal. Reisen ist anstrengend. Das Letzte, was wir an diesem Tag noch schaffen: ein kleines Dinner beim Chinesen im Keller, das erstaunlich gut ist.
Stadt, sight seeing – alles wird auf morgen geschoben. Was das heute für ein Bericht ist? Gar keiner! Eigentlich nur die Meldung, dass wir noch leben… Wir erholen uns!
A las 7:30 el viento helado de Siberia sopla en nuestras caras en Irkutsk, 2 grados. Delante de la estación se nos acercan inmediatamente los taxistas, uno es particularmente insistente, quiere 700 por el viaje, le ofrezco 300 como mucho. Cuando estamos en 400 a Juan le da lastima y aceptamos viajar con el, sabemos que el viaje en un taxi con taxímetro cuesta menos. Nos lleva en su mini bus con volante a la derecha. Los coches, autobuses y camiones con volante a la derecha se pueden ver mucho aquí en Rusia. Probablemente exportaciones baratas de Japón.
Frente a la puerta de nuestro apartamento en Sovietskaja 29 – nada. Nadie que nos dé las llaves. Y la tarjeta SIM rusa del teléfono esta vacía. Eso nos faltaba, sacamos nuestro módem portátil del equipaje, para poder tener Internet y llamo al dueño por whatsapp, lo primero que digo es “Where are you?“ Aparentemente está esperando en alguna parte… ¿dónde? ..a los 2 minutos viene y nos lleva detrás de la casa – ¿como podíamos saber que las entradas están allí?. Nos muestra el apartamento 34 en el piso 11o., cocina, baño con lavadora, living comedor, dormitorio. Es luminoso y espacioso, el empapelado de las paredes y el cubre cama, mejor olvidarlo. El inglés de nuestro anfitrión está a mi nivel de ruso. De alguna manera nos entendemos bien.
Después de que el joven anfitrión se va, necesitamos aire fresco, el apartamento está bien calentado con mucha calefacción, así que dejemos que entre un poco de aire. A 500 o 600 metros del departamento, hay un supermercado y enfrente hay una una sucursal de Megafon, donde podemos cargar nuestro teléfono móvil. Eso será lo máximo que haremos hoy.
Revisando el equipamiento de la casa, nos enteramos de que hay vajilla en la cocina, pero no cuchillos. Es bueno tener uno propio, que siempre llevamos en nuestro equipaje. La única sartén es demasiado grande para la hornalla de la cocina, no importa. Lo mejor es la ducha caliente antes de descansar unas horas.
Estamos muertos de cansancio, apenas alcanzamos a poner en marcha la lavadora de ropa, luego hay tiempo para una siesta. Estamos más de 12 horas en la ciudad y no hemos visto nada. Viajar es agotador. Lo último que hacemos ese día, es cenar en un pequeño restaurante chino, en el sótano de nuestro edificio, sorprendentemente muy bueno.
Mirar la ciudad, se pospone hasta mañana. ¿Qué clase de informe es este de hoy? Ninguno en absoluto! En realidad, es sólo el anuncio de que aún estamos vivos… ¡Nos estamos recuperando!