Transsib 2018 – Geldsuche in Peking

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China! Das bist du ja wieder! Nach ziemlich genau drei Stunden öder Wartezeit in der Ankunftshalle von Erlian haben sie den Spurwechsel unseres Zuges offenbar in den Griff bekommen. Übrigens haben wir eine ganz normale Einreise mit Fingerabdrücken und Bild erlebt. Die Schilderung einiger, man habe die Pässe eingezogen und erst auf den letzen Drücker wieder ausgegeben, können wir nicht bestätigen.

Viele Passagiere haben tatsächlich ihren ganzen Krempel mitgenommen, wir sind der Empfehlung unseres Schaffners gefolgt. Nur die Rucksäcke. Also schnell und todmüde wieder an Bord. Es ist fast ein Uhr nachts. Umso verblüffender die Gutscheine fürs Frühstück, die uns der Schaffner in die Hand drückt: 7.00 – 7.30. Also ab 7 bis 7:30. Sonst geht’s denen aber gut?!

Danach fährt der Zug auch keineswegs los. Erst kurz nach zwei rollen wir aus dem Bahnhof unserer letzten Nacht in einem Schlafwagen hier entgegen. Sie ist genauso unbequem wie die vergangene, also traben wir nach Katzenwäsche um sieben in den Speisewagen. Alle anderen auch…

Es gibt Tee, ein hart gekochtes Ei, 1,5 Scheiben Toastbrot, etwas Butter und Marmelade. Gut, Käffchen später im Abteil.

Auf der neuen Spur rauscht der Zug viel ruhiger und schneller Richtung Peking. Links und rechts hügelige Landschaften, plötzlich enorme Fabriken, Neubausiedlungen, wieder halb verfallene Hütten. Juan holt etwas Schlaf nach in der Bel Etage, ich gucke aus dem Fenster. Der Regen hat aufgehört, dicke Nebelschwaben hängen in den Bergen. Bald wird wohl mal die Große Chinesische Mauer zu sehen sein. Bald werden wir auch in Peking ankommen.

Es gibt aber auch noch einen Lunch: Gemüse, bisschen Fleisch, Reis. Überschaubar, aber nicht schlecht.

 
Schlecht wird gerade das Wetter: Regen, Nebel, Smog? Alles und davon viel. Wir sehen darum auch nichts von der Mauer, räumen unsere Sachen zusammen und rollen pünktlich, aber ziemlich erledigt auf dem Pekinger Hauptbahnhof ein.
 
Wir haben nicht einen einzigen Renminbi oder Yuan, also kein chinesisches Geld. Sollte ja kein Problem sein. Wird es aber. Juan parkt mich unter einer Brücke, stiefelt los, um einen ATM, einen Geldautomaten zu finden. Ich nutze die Zeit, schmallippig zu werden. Also würde das etwas nützen! Irgendwann kommt er wieder – keine Yuan. Ich probiere noch eine Bank – nichts. Ein australisches Paar, das wir im Zug getroffen haben, irrt ebenfalls auf Geldsuche durch den Regen. Was ist denn hier los? 
 
Gegenüber ist ein Howard Johnson Hotel, also mit dem ganzen Krempel über eine Fussgängerbrücke, immer schön im Regen. Auch die haben keinen ATM. Ob sie denn wenigstens die letzten Rubel wechseln könnten. Keine Hotelgäste? Dann nein. Verwiesen werden wir auf die Bank of China. Ich warte knurrend in der Lobby, Juan tobt los, kommt mit 1000 yuan, ungefähr 125 Euro, zurück. Keine unserer normalen Karten hat funktioniert, er hat aber noch eine visa. Damit hat es endlich geklappt. Aber das geht so nicht.
 
Wir lassen uns klaglos vom Taxifahrer über den Tisch ziehen, wollen einfach nur in das „Inner Mongolia Grand Hotel“ einziehen. Check-in klappt problemlos, meine dkb visa funktioniert auch. Wir fragen vorsichtshalber nach dem nächsten ATM. In der Lobby hinten rechts. Drei Maschinen. Die erste, die Juan probiert, tut klaglos, was sie soll. Alles, was mit dazu einfällt, ist nicht damenhaft…
 
Erst danach beziehen wir 601 im 6. Stock. King bed, CNN, Badezimmer mit allem Schnickschnack, Hausschuhe, blütenweiße Handtücher und Bademäntel. Sollten wir mit den Kissen nicht zufrieden sein, bietet das Hotel ein Kissenmenu. Jawohl! Lavendel, Kerne, weich, hart – wir sind glücklich mit dem was wir haben.
 
So eine Zugfahrt verlangt der Grundhygiene einige Zugeständnisse ab, deshalb genießen wir die Regenwalddusche ausgiebig. Sauber, Füsse hoch, Bayern desaster auf CNN gehört, Fußball desaster gegen Holland in den news.
 
Aber das ist alles weit weg. Wir sind in Peking! Ab morgen machen wir auch etwas daraus!
 

¡China! ¡Ahí estás otra vez! Después de casi exactamente tres horas de aburrida espera en la sala de llevadas de Erlian, aparentemente consiguieron hacer el cambio de carril de nuestro tren. Por cierto, tuvimos una entrada normal con huellas dactilares y foto. No podemos confirmar la descripción de algunos en los foros de internet, sobre confiscación de pasaportes, entregados en el último momento.

Muchos pasajeros se bajaron con todas sus cosas, nosotros seguimos las recomendaciones de nuestro encargado de vagón, solo las mochilas. Así que, rápido y cansado, de nuevo a bordo. Es casi la una de la mañana. Asombrados estamos con los vales para el desayuno, que el encargado del vagón pone en nuestras manos: ¿desde 7.00 – 7.30?

Después de eso, el tren no arranca en absoluto. Poco después de las dos salimos de la estación hacia nuestra última noche aquí en un coche cama. Es tan incómodo como la anterior, así que a las siete trotamos hasta el vagón comedor para desayunar. Todos los demás también.

Hay té, un huevo duro, 1,5 tostadas, mantequilla y mermelada. De acuerdo, café más tarde en el compartimento, hecho por nosotros.

En la nueva vía el tren corre mucho más silencioso y rápido hacia Pekín. Paisajes de colinas a la izquierda y a la derecha, de repente enormes fábricas, nuevas urbanizaciones y otras no tan nuevas, más deterioradas. Juan está durmiendo en el piso de arriba, yo estoy mirando por la ventana. La lluvia ha cesado, las espesas nieblas cuelgan de las montañas. Pronto la Gran Muralla China será visible. Pronto llegaremos a Beijing.

Pero también antes, hay almuerzo: verduras, un poco de carne, arroz. Es pasable, no está mal.

El tiempo se está poniendo malo: lluvia, niebla, smog? Así que no vemos nada de la gran muralla, que decían se ve desde el tren. Guardamos nuestras cosas en la mochila y nos preparamos para bajar, el tren llega a horario a la Estación Central de Pekín.

No tenemos ni un solo renminbi o yuan, así que no tenemos dinero chino. No debería ser un problema conseguir en la estación un cajero automático, pero lo será. .Juan me estaciona debajo de un puente peatonal con el equipaje y se va a buscar un cajero automático. Los minutos pasan y yo junto los labios enojada. ¡Eso no sirve de nada! Al tiempo vuelve, sin un yuan. Intento ahora yo en otro banco, nada. Una pareja australiana que conocimos en el tren también está vagando por la lluvia en busca de dinero. ¿Qué demonios está pasando aquí?

Enfrente hay un hotel Howard Johnson, así que con todo lo que tenemos nos arrastramos sobre un puente peatonal, siempre es hermoso bajo la lluvia. Tampoco tienen cajero automático. Si al menos en la recepción, nos pudieran cambiar los últimos rublos. ¿Son ustedes huéspedes en el hotel? Entonces no. Nos remiten al Banco de China. Espero gruñendo en el vestíbulo, Juan se vuelve loco y se va a buscar el banco, regresa con 1000 yuan, unos 125 euros. Ninguna de nuestras tarjetas normales funcionó, pero aún así, el tiene otra visa. Esa finalmente si funciono.

Queríamos conseguir un taxi, pero no venia ninguno, un taxista privado se acerca y nos pregunta si queremos viajar con el, nos está robando con el precio, pero aceptamos igual,…al „Inner Mongolia Grand Hotel“. El check-in funciona bien, mi visa dkb también funciona. Preguntamos por el próximo cajero automático como precaución. En el vestíbulo, a la derecha. Tres máquinas. La primera en la que Juan prueba, funciona perfectamente con la tarjeta.

Recién después de hacer eso, nos vamos a nuestra habitación 601 en el sexto piso. Cama King, CNN, baño con todo lo que tiene que tener, pantuflas, toallas blancas. Si no estamos satisfechos con las almohadas, el hotel ofrece un menú de almohadas. ¡Sí, señor! Lavanda, semillas, suave, duro – estamos contentos con las que tenemos.

Un viaje en tren de este tipo requiere algunas concesiones a la higiene básica, por lo que disfrutamos mucho de la ducha de selva tropical. Limpios, miramos en CNN, la catástrofe del fútbol alemán contra Holanda en las noticias.

Pero todo eso está muy lejos. ¡Estamos en Beijing! ¡Veremos que haremos mañana!

 
 

2 Kommentare zu „Transsib 2018 – Geldsuche in Peking“

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