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Bevor die Reise morgen weitergeht, genehmigen wir uns einen ganz gemütlichen Tag in Guangzhou: Wir kaufen für 30 yuan, ungefähr 3,80 Euro, Tickets für einen Doppeldecker-Bus, der uns zu den Schönheiten der Stadt fährt. Und das bereuen wir keine Sekunde: Wie sonst hätten wir einen Eindruck des Finanzzentrums bekommen können? Hier reiht sich moderne Architektur aneinander, zeigen Kreative ihre Lust an der Kreation. Zwischen den Hochhäusern findet sich immer noch ein Stückchen China, wie es vor Jahrzehnten einmal war.
Guangzhou ist nach Shanghai und Peking die drittgrößte Stadt Chinas. Ein Grund mehr, sich einen Überblick zu verschaffen. Natürlich hat diese 9-Millionen-Megacity ihren Reiz: die älteste Fussgängerzone, die Beijing Road, aber auch kulturhistorisch Interessantes wie Toaistentempel oder den Tempel der sechs Banuyanbäume. Es gibt viel zu entdecken in dieser Stadt, die in den Opiumkriege den Briten die Zähne gezeigt hat. Aber es gibt auch Plätze der Ruhe in zahlreichen Parks.
Ganz gemächlich werfen wir einen Blick vom White Cloud Mountain über die Stadt. Vom Naherholungsgebiet der Kantonesen gucken wir und das Kunstmuseum um die Sun Yat-sen Memorial Hall an, durchqueren aufwändig gestaltete Sportstätten, in denen die asiatische Olympiade ausgerichtet worden war.
Leider hängen die Erklärungen via Kopfhörer dem Gesehenen oft hinterher. Noch schwieriger wird es, wenn das Band versehentlich zum zweiten Mal angespielt wird und das Sportzentrum quasi um den Guangzhou Tower gewickelt wird. Wir beschließen, uns einfach davon nicht stören zu lassen.
Fast fünf Stunden sind wir unterwegs, lernen viel über die bewegte Geschichte der Stadt, die schon vor 1000 Jahren ein wichtiger Handelsplatz war. Mit dem extrem günstigen Ticket kann man drei Touren fahren. Wir schaffen gerade reinkam zwei: Nach der „1000jährigen Geschichte“ im Schnell(ver)fahren und dem Trip durch die neue City suchen wir ein schattiges Plätzchen am Pearl River. Was für eine Reise!
Wir lassen den Tag ausklingen und werden China morgen mit einem weinenden Auge erst einmal verlassen.
Antes de que el viaje continúe mañana, tenemos un día muy cómodo en Guangzhou: Compramos por 30 yuanes, unos 3,80 euros, billetes para un autobús de dos pisos que nos lleva a conocer las bellezas de la ciudad. Y no nos arrepentimos ni por un segundo: ¿de qué otra manera podríamos haber tenido una impresión del centro financiero? por ejemplo. La arquitectura moderna con algunos edificios que muestran la creatividad y el deseo de crear. Entre medio de los rascacielos , aún queda un poco de China, como hace décadas.
Guangzhou es la tercera ciudad más grande de China después de Shanghai y Beijing. Una razón más para tener una visión general. Por supuesto, esta megaciudad de 9 millones de habitantes tiene muchos encantos, la zona peatonal más antigua, la Beijing Road, pero también sitios de interés cultural e histórico como el templo taoísta o el templo de los seis árboles de Banuyan. Hay mucho que descubrir en esta ciudad que le mostró los dientes de los británicos durante la Guerra del Opio. También hay lugares de descanso y tranquilidad en numerosos parques.
Desde la White Cloud Mountain tenemos una vista sobre la ciudad. Aquí está el área recreativa local de los cantoneses. Miramos el museo de arte y el Sun Yat-sen Memorial Hall, cruzamos instalaciones deportivas en donde se han celebrado las Olimpiadas Asiáticas.
Desafortunadamente, las explicaciones a través de los auriculares en el bus, a menudo se quedan atrás de lo que estamos viendo. Se hace aún más difícil cuando la cinta se reproduce accidentalmente por segunda vez y el centro deportivo se mezcla con la Torre de Guangzhou. Decidimos no dejar que nos moleste eso.
Pasamos casi cinco horas por las calles con el bus, aprendiendo mucho sobre la agitada historia de la ciudad, que ya era un importante centro comercial hace 1000 años. Con este billete extremadamente barato puedes hacer tres tours. Acabamos de terminar dos: Después de los „1000 años de historia“ en el viaje rápido y el viaje a través de la nueva ciudad, buscamos un lugar sombreado en el Río de las Perlas. Qué viaje!
Dejamos que el día llegue a su fin y mañana dejaremos China con un poco de tristeza.