Heute habe ich ein neues Wort gelernt: bache. Das hat nichts zu tun mit der wütenden Wildsau, sondern mit den Strassenverhältnissen hier. Bache, gesprochen batsche, heißt Schlagloch. Und die hatten es heute auf uns abgesehen. Wir sind so trödelig gegen neun bei Charles losgefahren und haben uns sofort in die Natur geworfen. Über Stunden hatten wir das Gefühl, in einer Achterbahn zu fahren: Hügel hoch, Hügel wieder runter. Mal wilde Kurven, dann wieder schnurgerade Straßen mit teilweise enormem Gefälle und Kletterstrecken. Links und rechts Urwald, mal unterbrochen von farbenfrohen Häusern. Und baches, muchos baches…
Es war, das muss ich wirklich sagen, nicht eine einzige Sekunde langweilig. Nach dem Toast-Dulce de Leche-Kaffee-Frühstück haben wir Moconá in Richtung El Sorberbio verlassen, getankt und unserer Uschi das Tagesziel mitgeteilt: die Wasserfälle von Iguazu. Uschi hat uns über die Achterbahn der Straße 20 bis zur Ruta 12, die entlang des Rio Parana läuft, getrieben. Mittags sind wir kurz bei Eldorado in eine Parrilla zum Mittagessen eingefallen, dann weiter Richtung Nordosten.
In Puerto Iguazu ging es uns dann genau wie dem Personal in den Hotels: Wir konnten einfach nicht fassen, wie voll es in Iguazu ist. Juan hat bestimmt in zehn, zwölf Hotels nachgefragt – alles ausgebucht. Oder aasig teuer. Schließlich sind wir für einen Hunderter (echtes, hartes Eurogeld) bei finsterer Nacht im Orquidea gelandet. Großes, aber schlichtes Zimmer. Zum Essen gab es ein fürchterliches Buffet oder die Möglichkeit, à la carte zu essen. Letzteres haben wir getan – milanesas auf Sicherheit. Die Weinauswahl war eingeschränkt – alles ausverkauft. Wir haben uns mit einem trinkbaren Cabernet Sauvignon getröstet. Dem Kellner war das alles so peinlich, dass unseres Desserts – prima Crêpe, also panqueque, mit Dulce de Leche – ohne Berechnung blieben. Wir sind sowieso fix und fertig, müssen um elf in die Kiste. Morgen ist ein anderer Tag!!!! Auf den freuen wir uns schon!
Misiones, en dirección Iguazu
Hoy salimos del hotel Don Charles, después del desayuno con tostadas y dulce de leche, que nos había preparado el gordo, rubio de ojos azules, con asentó seguramente misionero al hablar, pero a mi me sonaba como paraguayo, seguramente son parecidos ☺️.
Seguimos la carretera en dirección El Soberbio, para tomar la ruta 20, que empalma luego con la ruta 12 en El Dorado y va bordeando el Río Paraná hasta llegar a Puerto Iguazu.
En El Soberbio, primero paramos en una YPF a cargar nafta y luego le dimos a nuestro GPS, (que para nosotros se llama Uschi) nuestro recorrido.
El camino por la ruta 20 no fue para nada aburrido, había vegetación muy verde a los lados por momento selvática, muchas subidas y bajadas con muchos agujeros en el asfalto que obligaban a poner mucha atención. Birgit vio los carteles que avisaban, cuidado con los baches y aprendió en ese momento una nueva palabra: bache 😊.
Cuando llegamos a El Dorado y la ruta 12, era ya medio día y paramos en una parrilla a almorzar. Como nos gusta el chorizo, pedimos los dos, dos chorizos con ensalada y la chica que nos atendía se quedo un poco sorprendida, seguramente había pensado que comeríamos mucho mas. Pero nosotros no queríamos comer mucho y además no podía tomar vino. Los chorizos que trajo eran mini chorizos y seguramente ese sería su asombro, pero como ella no nos explico de entrada, nos quedamos con los mini chorizos como estaban y luego compartimos un panqueque de dulce de leche.
Cuando llegamos a Puerto Iguazu fuimos al primer hotel de nuestra lista y no tenía lo que nosotros queríamos, luego preguntamos en por lo menos 10 o 12 hoteles más y casi todos no tenían lugar o eran extremadamente caros. Ya estaba oscuro y tuvimos que decidirnos por uno de los caros, donde había preguntado antes, que se llamaba Las Orquídeas y nos hacían un descuento del 10 % si pagábamos en efectivo, pero igualmente era caro. Luego nos contaron ante mi pregunta, que era temporada baja pero que en las últimas dos semanas había venido una ola de turismo inesperado y todos los hoteles estaban llenos. La mayoría eran argentinos, lo que demuestra que por lo menos a algunos les va bien.
En el hotel se podía comer un bufe que no parecía bueno o a la carta, nosotros elegimos a la carta y nos tomamos el único vino que había, un Cabernet Sauvignon y nos costo menos que el bufe. El mozo se disculpó por la falta de vino, nos contó que había llegado tanta gente que los vinos estaban prácticamente terminados. Para el fue tan incomoda la situación, que el postre que habíamos pedido, nos lo dio a cuenta de la casa😋.
Esa noche igualmente, solo queríamos irnos a dormir, estábamos muy cansados y nos alegramos por el día de mañana.