Transsib 2018 – Moskau Marathon

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Texto en español🇦🇷
Früh morgens hören wir lautes Gebrüll auf der Strasse. Eine Demo in Moskau? In Deckung bleiben? Nicht wirklich… Der Fahrstuhl funktioniert wieder einwandfrei. Vermutlich hat da einer mit einem Vorschlaghammer „bumm“ gemacht – Thema erledigt.

Auf der Strasse vor der Tür ist es seltsam leer, das Geschrei ist aber noch immer zu hören. Auflösung um die Ecke: Heute laufen sie den Moscow Marathon. Davon hatten wir – Recherche! – keine Ahnung. Die Innenstadt ist weiträumig abgesperrt, das torpediert unseren Plan, die 2-Stunden-Sightseeing-Tour zu machen. Wir gucken mal über den Roten Platz und runter an die Moskva: Keine Autos, keine Busse, aber viele, viele Läufer. Auch viele Zuschauer, aber nichts im Vergleich zu den Horden von gestern.

Zwei junge Israelis und ein griechisches Par sind genauso sauer wie wir, dass die Busse nicht fahren. Besonders den beiden aus Tel Aviv ist die Enttäuschung anzumerken. Tickets für zwei Tage gekauft, heute fährt kein Bus, morgen fliegen sie zurück. Er – Sohn von Lithauern, die in den 1990er Jahren nach Israel ausgewandert sind – spricht gut Russisch und fragt mal nach. Nun ist er nicht mehr enttäuscht, nun ist er sauer. Die Frau am Telefon war unhöflich und hatte keine Ahnung und ihm geraten, doch einfach später noch mal zu gucken, ob die Busse wieder fahren. Ganz grosses Kino! 

Also machen wir heute noch einmal zu Fuss nach, was wir gestern vom Bus aus gesehen haben. Anfangs tröpfelt es noch ein bisschen, dann wird es langsam heller. Der Temperatursturz – gestern bis zu 29 Grad, heute 11, vielleicht 12 – macht sich bemerkbar. Daunenwesten, Pelzkrägelchen, Boots überall… Herbst in Moskau. Wir gucken uns Marx und das Bolshoi Theater genauer an, schlendern durchs Tsum, ein weiteres Traditionskaufhaus in der Stadt.

Und sind schockverliebt ins historische Hotel Metropol. Purer Jugendstil küsst sich mit Art deco – es ist einfach traumhaft. Zur vorvergangenen Jahrhundertwende logierte hier die europäische Haute volée. Schon damals gab es neben privaten Bädern in jedem Zimmer einen Kühlschrank – das hatte Russland noch nie gesehen. Vieles dieser Belle Epoque ist tatsächlich erhalten geblieben, anderes wird bis heute liebevoll restauriert. Allein die Decke im Restaurant, einem früheren Ballsaal – der Wahnsinn. Wenn man sich ordentlich benimmt und nett fragt, darf man auch ein bisschen fotografieren.

Ganz begeistert stehen wir wieder auf der Strasse – und siehe da: ein roter Bus. Wir hoppen sofort „on“ und fahren mit bis zur Schnittstelle mit der Linie 2. Dabei passieren wir noch einmal die frühere Moskauer Entsprechung der Wall Street. Ehemals Mekka der Finanzaristokratie, heute der Clubszene. Als in Russland noch richtig gezockt werden durfte (öffentlich schon lange verboten), muss hier richtig was losgewesen sein. Schon im 19. Jahrhundert wurden bei Poker und Baccarat Vermögen gewonnen und verloren. Wer komplett pleite war und am Ende verzweifelt aus einem der Casinos wankte, hatte die Möglichkeit, mit einer – kostenlosen – grauen Kutsche an einen verschwiegenen Ort gefahren zu werden. Da hatte man dann ganz privat die Chance, sich ehrenvoll zu entleiben… Was für eine Geschichte!
Wir nähern uns per Bus dem Umsteigeziel in die Linie 2. „off“ und wieder „on“ und genug gehoppt. Entlang der Moskva werfen wir einen Blick auf die neue City mit ihren sky scrapers, erkennen, dass der „Gorki Park“ nichts Bedrohliches mehr hat, stoppen bei einem Aussichtspunkt mit tollem Panoramablick über die Stadt. Es lohnt sich tatsächlich, dieses Ticket für zwei Tage mit dem roten Doppeldecker-Bus gekauft zu haben.

Auf dem Arpad, in einem alten Viertel der Stadt, steigen wir endgültig aus und laufen noch ein bisschen. In einem Restaurant essen wir eine Happen, bevor es weitergeht: Wir wollen uns die schönen Metrostationen der Stadt angucken. Und weil heute Sonntag ist, ist der Zeitpunkt auch günstig. Natürlich sind in einer so grossen Stadt wie Moskau immer viele Menschen unterwegs, aber heute ist der Andrang nichts gegen den normalen Wochentagswahnsinn. Sehr, sehr schön, was die Russen hier in der Metro bieten. Jede Station ist anders: Zeigt die eine bunte Glasmalerei, brilliert ein paar Stationen weiter heller Marmor oder es erschlägt, wieder weiter, Barockes mit viel Gold oder Gemälde und Mosaiken. Sechs, sieben Stationen, über die wir gelesen hatten, gucken wir an, bevor es nach Hause geht. Anstrengend, das Herumgetobe in den grossen Städten. Aber auch wirklich inspirierend.

Und der Fahrstuhl funktioniert. Kann der Tag schöner enden?

 

Temprano en la mañana escuchamos gritos en la calle. ¿ Una manifestación en Moscú?
El ascensor funciona nuevamente y perfecto, posiblemente alguien con un martillo hizo „bumm“ y tema solucionado.
En la calle, delante de la puerta está todo vacío, raro, los gritos se siguen escuchando. Caminamos hasta una esquina y descubrimos el motivo: Hoy se corre la maratón de Moscú. Nosotros no teníamos ni idea. La ciudad está llena de vallas y calles cortadas, eso nos tira por el suelo nuestro plan, 2 horas con el bus turístico dando vueltas por la ciudad. Caminamos por la Plaza Roja bajando hasta el río Moskva: ningún auto, ningún bus pero muchos corredores y público que los alienta.
Dos jóvenes israelíes y un matrimonio griego, estaban también fastidiados como nosotros porque los buses no funcionaban, especialmente los dos Tel Aviv. Compraron pasajes para dos días con el bus, hoy no hay bus y mañana vuelan de vuelta a su país.
Como parece que ese día el bus no va a funcionar, seguimos caminando prácticamente el recorrido que ayer hicimos con el bus, aveces gotea un poco, pero luego empieza a aclarar. El cambio brusco de la temperatura, ayer 29 grados, hoy 11 o 12, se hace notar. Abrigos, pieles y botas, otoño en Moscú. Miramos el teatro Bolshoi y el monumento a Marx, está vez caminando en detalle, también el Tsum otra casa de compras tradicional de la ciudad.
Nos enamoramos de la arquitectura del hotel Metropol. Construido en estilo Art Nouveau y algo Art Deco también. A fines del siglo 19, frecuentaban este hotel las clases más altas de Europa. Ya en esa época tenían cada una de las habitaciones, baño privado y una heladera, algo que en Rusia no se había visto. Mucho de aquella Belle Epoque, está conservado, otras se restauraron minuciosamente. Solo el cielo raso del restaurante que antes era un salón de baile, es la locura.
Si uno amablemente pregunta, es posible tomar fotografías.
Nuevamente en la calle, sorprendidos, vemos el bus colorado de turismo, que funciona nuevamente, nos subimos y viajamos hasta poder tomar la línea 2, que era la vuelta programada para hoy. Por el camino pasamos por la llamada Wall Street de Moscú. Antiguamente la meca de la aristocracia financiera, hoy zona del ambiente de clubs y discotecas. Cuando en Rusia se podía jugar (hace mucho que está prohibido)
Pasaba aquí de todo. Ya en el siglo 19, en póker y baccarat se ganaban o perdían fortunas. Se dice que el que terminaba completamente fundido, saliendo de algún casino, tenía la posibilidad de ser buscado por un carruaje gris, que lo llevaría a un lugar donde podría honorablemente suicidarse.
Nos acercamos a el lugar donde tenemos que cambiarnos a la línea 2. Nos bajamos y nos subimos al nuevo bus ( hop off, hop on ). Viajamos a lo largo del río Moskva, le echamos un vistazo a la nueva city con rascacielos recién terminados, el Gorky Park, que nos recuerda la película, paramos en el punto más alto de Moscú, para tener un panorama de la ciudad. Valió la pena haber comprado el pasaje para dos días en el bus de dos pisos de color rojo.
En Arpad, en un viejo barrio de la ciudad, nos bajamos y caminamos un poco. En un restaurante comemos algo antes de seguir. Queremos también ver las estaciones más lindas del metro de Moscú. Naturalmente en una ciudad como Moscú hay mucha gente y hoy es domingo, no queremos pensar en un día de semana. Lo que los rusos ofrecen en el Metro es muy hermoso. Cada estación es distinta, algunas con vidrios pintados, otras con mármoles de distintos colores y otras en estilo barroco con mucho dorado y murales de mosaicos. Miramos seis o siete estaciones, que habíamos leído son las más impresionantes, antes de volver a casa.
Cansa a veces, dar vueltas y conocer grandes ciudades, pero a su vez es reconfortante.
Y el ascensor funciona nuevamente, puede un día terminar mejor?

2 Kommentare zu „Transsib 2018 – Moskau Marathon“

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