Texto en español🇦🇷
Wir vertrödeln den ganzen Tag überwiegend, räumen die Bude so auf, dass wir einen ordentlichen Eindruck hinterlassen und schleichen um die Trolleys herum, weil die ja noch gepackt und vor allem verschlossen werden müssen. Mikhail, unser airbnb-Gastgeber, hat sich extrem grosszügig gezeigt, denn wir dürfen bis zum Abend in seiner Wohnung bleiben. Der Zug nach Kazan geht erst um 20:48. Knapp 800 Kilometer weiter nach Osten.
Zeit genug, ein bisschen bei booking.com herumzustöbern, weil wir in China noch was brauchen und uns auch nicht so sicher sind, ob das Hotel in Irkutsk, in dem wir sechs Tage bleiben, das richtige ist. In Pingyao und Taiyuan werden wir fündig, Irkutsk bleibt noch Baustelle. Wir können da auch nichts verkürzen, denn die Transsibirische Eisenbahn fährt die Tour Irkutsk – Peking nur einmal in der Woche. Naja, wir werden sehen.
Gegen sechs ist alles gepackt, Wohnung und wir hübsch, Yandex informiert, dass wir einen Wagen brauchen. Den Schlüssel stecken wir, wie mit Mikhail abgesprochen, einfach in den Briefkasten. Es war wirklich schön in Moskau und extrem bequem in unserer Hütte, nur einen Steinwurf vom Kreml entfernt.
Unser Fahrer kommt genau auf die von Yandex angekündigte Minute. Junger Kerl, der bestimmt in der Muckibude wohnt und eine Mütze mit der Aufschrift „nightfighter“ trägt. Dafür, dass er uns mit dem Gepäck hilft, reicht es nicht. Wir stehen um diese Zeit natürlich umgehend im Stau, aber damit haben wir gerechnet. Es gibt also keinen Grund, wegen des Zuges nervös zu werden. Der Fahrer schrammt allerdings nur ganz knapp an Ohrfeigen vorbei. Er fährt, sobald auch nur eine Handbreit Platz ist, blitzschnell in Lücken. Und als der Verkehr dünner wird, rast er so schrecklich, dass mir fast das Herz stehen bleibt. Genauso habe ich mir Moskauer Verkehrsrowdies vorgestellt. Genauso! Meine Güte.
Unser Zug Nr. 2, offenbar der berühmte „Rossiya“, verlässt die Stadt vom Kazaner Bahnhof, einem der sieben grossen Bahnhöfe Moskaus. Wir haben Tickets 1. Klasse, aber eigentlich keine Ahnung, was uns erwartet. Vorsichtshalber essen wir den miesesten vorstellbaren Hot Dog, kaufen ein Wässerchen und Juan besorgt noch eine Tafel feinster Schokolade, falls die Seele Nahrung braucht.
Braucht sie nicht. Kurz vor halb neun sitzen wir schon in unserem Abteil. Vorbereitet für die Passagiere dieser Klasse: einige Flaschen Wasser, Brot, eine Obstplatte, Hausschuhe. Der entzückende Schaffner namens „Je m’appelle Adniz“ wünscht uns „bon voyage“. Ich drehe mit meinem besten Französisch auf, aber komme nicht sehr weit, denn bei ihm ist mit „merci“ auch schon Schluss. Wir lachen uns an – alles gut.
Im Schlafwagenabteil liegt eine Speisekarte, Adniz radebricht charmant lächelnd „no pay, just eat“. Juan hat Lust auf ein Süppchen, einen ukrainischen Borscht, hinterher gibt es Boeuf Stroganoff für beide, dann den Obstteller. Dazu mehrere Flaschen Wasser. Den Digestif habe ich eingeschmuggelt: den Rest unseres armenischen Cognacs. Alkohol ist in den Abteilen verboten, aber das spielt keine Rolle: Die verwöhnen einen hier wirklich!
Nun bauen wir unsere erstklassigen, mit reinweisser Bettwäsche und je zwei sensationellen Kopfkissen ausgestatteten Kojen und schlafen hoffentlich gut bis Kazan, wo wir in ungefähr 13 Stunden ankommen werden. Bonne nuit.
Hoy es un día tranquilo para nosotros, arreglamos un poco el departamento para dejar una buena impresión, preparamos nuestro equipaje, que como es mínimo, cuesta cerrarlo bastante. Mikhail, nuestro Airbnb anfitrión, se mostró muy generoso con nosotros y podemos quedarnos hasta las 18 horas en el departamento. El tren a Kazan sale a las 20:48. un poco más de 800 km hacia el este.
Tenemos entonces esa tarde tiempo suficiente y podemos también mirar un poco Booking.com, porque en China necesitemos todavía hacer algunas cosas y en Irkutsk, no sabemos si quedarnos en un hotel o un departamento, porque estaremos varios días y no lo podemos achicar, porque el tren desde Irkutsk a Pekín. Viaja solo una vez a la semana. Veremos.
A las 18 horas con todo nuestro equipaje listo, nosotros y el departamento limpios, el taxi pedido, salimos para ir a la estación. La llave la dejamos, como Mikhail nos dijo en su buzón de correo en la entrada. Estuvo muy lindo en Moscú y muy cómodos en el departamento solo a unos pasos del Kremlin.
El taxi llegó puntual como anunciado, el que lo manejaba era un joven que parecía que vivía en un gimnasio, por los músculos, tenía una gorra con la inscripción „nightfighter“. Pero todo eso no alcanzó, para que nos ayudará con el equipaje.
A esa hora estamos por supuesto en un atascamiento de tránsito, pero nosotros contábamos con ello. No hay motivo por el tren de ponernos nerviosos. El conductor maneja muy rápido, esquivando autos, de izquierda a derecha y me deja el corazón parado por momentos. Exactamente así me había imaginado el tráfico en Moscú. Mi dios!
Nuestro tren Nro.2, aparentemente el famoso „Rossiya“‚, deja la ciudad desde la estación Kazan, una de las siete grandes estaciones de Moscú. Nosotros tenemos pasajes de 1a. clase, pero en realidad no sabemos lo que nos espera. Por las dudas en la estación, comemos un apenas pasable Hot Dog, compramos agua y Juan compro una tabla de chocolate fino, por si el alma necesita alimento. No lo necesitaremos. Casi a las 20:30 estamos ya sentados en nuestro compartimento. Preparado para los pasajeros de esa clase: una botella de agua, pan, un plato con frutas, pantuflas. El simpático guarda del tren nos dice „je m’appelle Adniz“y nos desea „bon voyage. Yo le hablo con mi mejor francés, pero tampoco llegó lejos, porque para el con „merci“ termino todo. Nosotros nos reímos, todo está bien. En el compartimento hay una carta menú, Adnis amable y riéndose dice „no pay, just eat“. Juan tiene ganas de tomar una sopa primero, un Borscht a la ucraniana, después hay Boeuf Stroganoff para los dos y luego el plato con frutas. Con todo varias botellas de agua. El digestivo lo traje yo, el resto de nuestro Coñac de Armenia. Alcohol está prohibido en el compartimento. Pero es igual.
Luego armamos nuestra cama con ropa de cama y dos formidables almohadas para cada uno y esperamos dormir bien hasta Kazan. A donde llegaremos en aproximadamente 13 horas. Bonne nuit.