Es ist noch sehr früh heute morgen in Shanghai: Die letzten Neonlampen glühen noch, die Straßenkehrer machen ihre Runde. Es ist kurz nach fünf bei diesem ersten Blick aus dem 9. Stock unseres „Green Court serviced apartments“ in der 55 W Beijing Road.Langsam berappeln wir uns für den Tag. Noch vor dem Frühstück gebe ich eine Riesentüte Wäsche bei einer winzigen Chinesin in der Laundry hinter der Lobby ab. Für umgerechnet 8 Euro wird alles gewaschen und getrocknet. Wenn man länger unterwegs ist, kommt irgendwann das Gefühl, dass alles mal dringend durch eine Maschine gejagt werden muss. Selbst wenn ein Müffeln nicht erkennbar ist.
Zu unserer Übernachtung gehört ein Frühstück, wobei die Betonung auf „ein“ liegt. Fünf Voucher für fünf Nächte, weitere fünf muss man dazu kaufen. Das hat in den Bewertungen bei booking.com schon ordentlich für Ärger gesorgt, aber die Formulierung ist unmissverständlich. Wir nutzen erst einmal zwei und gucken das Buffet mal an. Richtiges Brot, Spiegeleier, die erste Marmelade seit Wochen, viel Chinesisches. Wie immer hapert es an der Kaffeemaschine, aber letztlich klappt auch das.
Dann laufen wir los. Das Apartment liegt ziemlich zentral, um zwei Ecken sind wir schon direkt in der Nanjing Road, Fußgängerzone und Einkaufsstraße mit mehreren Malls und unzähligen Geschäften. Und wunderbaren Gesichtern! Ach, China!
Langsam trödeln wir Richtung The Bund. Immer wieder schön! Das berühmte Peace Hotel, die kolonialen Bauten auf dieser Seite des Flusses, die gigantische Skyline auf der anderen. Der Bund ist Synonym für die imposanteste Uferpromenade des Fernen Ostens und wurde zum ersten Mal 1846 erwähnt, als das erste britische Unternehmen dort ein Büro eröffnete.
Entlang der Uferpromenade trifft die glorreiche Vergangenheit auf eine verheißungsvolle Zukunft, die jenseits des Flusses Huangpu, in Pudong, aufragt. Dort steht, wie ein futuristisches Raumschiff der Fernsehturm auf seinen drei Beinen und überragt das neue Finanz- und Wirtschaftszentrum. Die Skyline verändert sich doch immer höhere, imposantere Gebäude ständig.
Aber neben architektonischer Grossartigkeit ist der Bund auch für heiratswillige Chinesen ein Muss, worauf wir uns schon besonders gefreut hatten! Unzählige Brautpaare mit unterschiedlicher Laune produzieren für die Kamera großes Glück vor großer Kulisse. Konservativ geschätzt sehen wir 50 Paare, jeweils von einem Fototeam inszeniert. Der Wahnsinn in dieser 20-Millionen-Stadt! Schick ist es offenbar in dieser Hochzeitssaison, knallrot zu tragen. Pink wird auch gern genommen. Und Schwarz. Dazu alle möglichen Weissschattierungen. Sehr attraktiv auch der pinkfarbene Smoking für den Bräutigam… Mitten im Gewusel wird hier das Glück fürs Leben festgehalten. Spektakulär!
Langsam ist es auch warm geworden: 26, 27 Grad – in Pingyao rechnet man nächste Woche mit Schnee! Wir gucken beim Astor House vorbei, einem der traditionellen 1920er-Jahre-Hotels der Stadt. Aber hier ist nicht viel außer der Fassade zu sehen; es wird kräftig restauriert. Mal sehen, was daraus wird. Ins Peace Hotel ist mit der Fairmont Gruppe ja auch der Luxus eingezogen. Schade, das Astor hatte den charmanten Staub der belle époque…
Auf dem Rückweg zum Hotel finden wir noch ein paar alte Straßen, die der Abrissbirne noch nicht zum Opfer gefallen sind. Und auf der Nanjing ein kaltes Bier in einem Café mit Aussicht auf das kunterbunte Publikum. Das könnte unser Lieblingsplatz jenseits des Bunds werden! Shanghai ist wirklich toll. Aus unserer Sicht viel quirliger als Peking, auch moderner und noch internationaler.
Im Hotel holen wir die fertige Wäsche von der zierlichen Chinesen ab, legen für ein Stündchen die Füße hoch und freuen uns auf einen Gin Tonic mit einem entzückenden, persönlich ausgewählten Verwandten: Heute Abend sind wir mit Christian im Ritz Carlton verabredet, mal gucken, was es zum Dinner gibt.
Todavía es muy temprano esta mañana en Shangai: las últimas lámparas de neón siguen brillando, las barredoras de la calle hacen sus rondas. Son poco más de las cinco en este primer vistazo desde el noveno piso de nuestro „Green Court serviced apartment“ en 55 W Beijing Road.
Poco a poco nos adentramos en el día. Antes del desayuno dejo una bolsa gigante de ropa sucia a una pequeña mujer china en la lavandería detrás del vestíbulo. Por el equivalente a 8 euros todo se lava y seca. Cuando uno está viajando mucho tiempo, se tiene la sensación de que todo tiene que ser pasado por una lavadora.
Nuestra pernoctación incluye un desayuno con énfasis en „uno“. Cinco vales para cinco noches, los otros cinco, si somos dos, hay que comprarlos. Primero usamos dos y echamos un vistazo al buffet. Pan de verdad, huevos fritos, la primera mermelada en semanas, mucha comida china. Como siempre, la máquina de café no funciona correctamente al principio, pero al final funciona.
Luego salimos a recorrer. El apartamento está situado muy céntrico, a dos cuadras ya estamos directamente en la Nanjing Road, zona peatonal y calle comercial con varios centros comerciales e innumerables tiendas. ¡Y que caras maravillosas de chinos! ¡Oh, China!
Lentamente caminamos en dirección a The Bund. Hermosa una y otra vez! El famoso Hotel Peace, los edificios coloniales a este lado del río, el gigantesco Skyline al otro lado. The Bund es sinónimo del paseo costero más impresionante de Extremo Oriente y fue mencionado por primera vez en 1846 cuando la primera compañía británica abrió una oficina allí.
A lo largo del paseo, el glorioso pasado se encuentra con un futuro prometedor, que se eleva más allá del río Huangpu, en Pudong. Allí, como una nave espacial futurista, la torre de televisión se alza sobre sus tres patas y se eleva sobre el nuevo centro financiero y económico. El horizonte cambia constantemente, con edificios cada vez más altos e imponentes.
Pero aparte de la magnífica arquitectónica, the Bund es también una necesidad para los chinos dispuestos a casarse, ¡algo que habíamos visto ya anteriormente en otro viaje! Innumerables parejas de novias con diferentes estados de ánimo producen gran felicidad para la cámara, fotografiándose frente a un gran telón de fondo. Estimado de manera conservadora, vemos 50 parejas, cada una escenificada por un equipo de fotógrafos. La locura de esta ciudad de 20 millones de habitantes! Aparentemente es elegante vestirse de rojo brillante esta temporada de bodas. El rosa también se toma con gusto y el negro. Además de todos los posibles tonos de blanco. Muy atractivo también el esmoquin rosa para el novio…. En medio del ajetreo y los turistas, las parejas dejan reflejada en fotografías su felicidad. Espectacular!
Poco a poco se hace caluroso: 26, 27 grados – hoy leímos que en Pingyao se puede esperar nieve la próxima semana! Nos detenemos en Astor House, uno de los hoteles más tradicionales de la ciudad en la década de 1920. Pero no hay mucho que ver, excepto la fachada, que está siendo muy restaurada. Veremos cómo quedará. En ese hotel estuvimos en nuestro primer viaje a China. Tenía el encanto de la belle époque. Esperamos que hagan un buen trabajo.
En el camino de regreso al hotel todavía encontramos algunas calles viejas que aún no han sido víctimas de la demolición. Y en Nanjing una cerveza fría en un café con terraza y vista al colorido público. Este podría ser nuestro lugar favorito después de The Bund. Shanghai es realmente fantástica. Desde nuestro punto de vista mucho más animada que Pekín, también más moderna e incluso más internacional.
En el hotel recogemos la ropa de la lavandería , ponemos los pies en alto durante una hora y esperamos más tarde tomar un Gin Tonic con nuestro amigo en China. Esta noche tenemos una cita con Christian en el Ritz Carlton y veremos qué hay para cenar.