Pingyao – ein anderes China

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Texto en español🇦🇷
Rush hour morgens in Peking, wir stecken mittendrin. Aber es ist noch Zeit bis zur Abfahrt des Zuges G605, der uns in Pingyao absetzen soll.

 
Was für ein Bahnhof! Peking West ist wie eine kleine Stadt. Pass und Tickets werden kontrolliert, bevor man überhaupt einen Fuss in dieses Riesending setzen kann. Danach der übliche Sicherheitscheck – alles wie am Flughafen. Durch tausende Reisende schlängeln wir uns in die Wartehalle 8. Noch fast eine Stunde bis zur Abfahrt des Zuges um 10:28, aber kein einziger Platz. Nur im Café seitlich gibt es ein paar Stühlchen. Kein Wunder, hier kostet ein Kaffee 35 yuan, mehr als vier Euro. Das bezahlt man sonst für ein ganzes Essen. Der Taxifahrer, der uns die acht Kilometer vom Hotel hierher gebracht hat, wollte 36 yuan…
 
Egal, es geht bald los: die Tickets werden nochmals kontrolliert, damit man nicht aus Versehen in einen falschen Bullet Train klettert. Unser Wagen 2. Klasse ist bis auf den letzten Platz besetzt. Neben uns wird geschlafen, gegessen, telefoniert, getrunken, geklönt – viel zu gucken.
 
Exakt vier Stunden haben wir außerdem Zeit, aus dem Fenster zu gucken. Reisfelder, Mais, riesige Fabriken, Kraftwerke, Bergbaustädte neben nagelneuen Hochhaussiedlungen – es wird keine Sekunde langweilig.
 
Unser Hotel „City Wall“ innerhalb der alten Mauern hat für 40 yuan einen Fahrer geschickt, der uns in einer ganz anderen Welt absetzt: der Altstadt von Pingyao. Es ist wie eine Zeitreise. Alte, zum Teil noch nicht restaurierte Häuser neben grellbunten Souvenirshops, Restaurants und Hotels. Zugegeben: Das hier ist eine touristische Attraktion und steht und fällt mit Besuchern. Aber der Vergleich mit Disney land, der im Zusammenhang mit Pingyao manchmal in Reiseführern herangezogen wird, hinkt: Neben der Jahrhunderte alten Stadtmauer gibt es ausschließlich alte Häuser zu sehen, die auf den Hauptstraßen extrem aufgerüscht wurden. Doch biegt man einmal um die Ecke, biegt man mindestens ein Jahrhundert zurück. Nicht nur das: Anders als bei den Disneys ist die Altstadt von Pingyao von richtigen Menschen bewohnt. Alle versuchen natürlich, irgendwie etwas vom großen Kuchen abzubekommen. Zum Beispiel, in dem sie ein Hotel eröffnen.
 
Unseres besteht aus mehreren, hintereinander liegenden Höfen, Mia, die gute Seele des Hauses, spricht ganz gut englisch. Unser Zimmer ist sehr traditionell und in rot, schwarz und weiß gehalten. Es gibt ein Bad mit westlichem Klo und östlicher, also brettharter Matratze. Verschlossen wird der Raum mit einem kleinen Vorhängeschloss – alles prima. Kostet mit Frühstück 44 Euro pro Nacht – geht doch.
 
Nach dem ersten Rundgang innerhalb der alten Stadtmauer und einem kleinen Imbiss am Straßenrand ruhen wir in unserem neuen Zuhause ein bisschen aus. Die Heizung läuft. Es ist nicht nur sehr smoggy in Pingyao, es ist auch kühl.
 

La hora de más tráfico por la mañana en Pekín y nosotros estamos en medio de el. Pero todavía hay tiempo hasta la salida del tren G605, que nos dejará en Pingyao.

¡Qué estación! Pekín Oeste es como una pequeña ciudad. Los pasaportes y pasajes son revisados antes de que puedas poner un pie en esta cosa gigante. Luego, el control de seguridad habitual, todo como en el aeropuerto. Nos abrimos paso entre miles de viajeros hasta la sala de espera 8. Casi una hora antes de la salida del tren a las 10:28, pero ni un solo lugar libre en la sala. Sólo hay unas pocas sillas vacías en la cafetería de al lado. No es de extrañar, aquí un café cuesta 35 yuan, más de cuatro euros. Eso es lo que normalmente se paga por una comida entera. El taxista, que nos trajo los ocho kilómetros desde el hotel, costo 36 yuan….como ejemplo.

Pero no tardó mucho hasta poder entrar, los pasajes serán revisados de nuevo para que no te subas accidentalmente a un tren bala equivocado. Nuestro coche de segunda clase está ocupado hasta el último asiento. En nuestro vagón, alrededor nuestro, se duerme, se come, se habla por teléfono, se bebe, se charla – mucho para ver.

También tenemos exactamente cuatro horas para mirar por la ventana. Arrozales, maíz, grandes fábricas, centrales eléctricas, ciudades mineras junto a nuevas urbanizaciones para muchos habitantes – ni un segundo te aburrís.

Nuestro hotel „City Wall“ dentro de las viejas murallas envió un conductor a buscarnos a la estación por 40 yuan y nos dejó en un mundo completamente diferente: el casco antiguo de Pingyao. Es como viajar en el tiempo. Casas antiguas, en parte aún no restauradas, junto a tiendas de recuerdos, restaurantes y hoteles de colores vivos. De acuerdo, se trata de una atracción turística y hay muchos visitantes traídos por agencias en grupo, pero la comparación con la tierra de Disney, que a veces se utiliza en las guías de viaje en relación con Pingyao, no es correcta, no la compartimos. Al lado de la muralla centenaria de la ciudad, hay casas antiguas que se pueden ver, que fueron muy restauradas al frente en las calles principales. Pero una vez que doblas la esquina, retrocedes por lo menos un siglo. Y no sólo eso: a diferencia de los Disney, el casco antiguo de Pingyao está habitado por gente real. Por supuesto, todo el mundo intenta sacar algo del gran torta de alguna manera y vivir del turismo. Por ejemplo, abriendo un hotel.

El nuestro consiste en varias casas de granjeros, una detrás de la otra, Mia, el alma de la casa, habla inglés bastante bien. Nuestra habitación es muy tradicional y se conserva en rojo, blanco y negro. Hay un baño con inodoro occidental y oriental, es el colchón, muy duro, como se suele usar en china. La habitación está cerrada con un pequeño candado – todo está bien. Costos con desayuno 44 euros por noche, bastante razonable.

Después del primer recorrido por el interior de la antigua muralla de la ciudad y un pequeño refrigerio en el camino, descansamos un poco en nuestra nueva casa. La calefacción está encendida. No sólo hay mucho smog en Pingyao, también es algo frío.

 

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