Chiang Mai-Bummel

Wir sind wieder halbwegs beeinander 🙂 Dazu beigetragen hat möglicherweise der Schock in der Abendstunde: Feueralarm im Hotel! Das gehört zu den Momenten, auf die man gut verzichten kann. Rein in die Klamotten, vorsichtig die Tür auf – der Alarm geht über Minuten. Auf dem Flur bei uns im 4. Stock irren auch noch andere herum. Dann kommt ein Trupp keuchend die Treppe hoch, weil der Fahrstuhl bei Feueralarm automatisch blockiert wird, gefolgt vom Nachtwächter und einer Erklärung: irgendein Doofkopp hat auf dem Zimmer geraucht und damit den Alarm ausgelöst.

Wir schlafen gut und bis sechs, kurz nach sieben sind wir beim Frühstück, um acht auf der Straße. Wir haben Lust, mal wieder etwas zu laufen und sind deshalb früh unterwegs. Noch ist es mit um die 20 Grad kühl – wunderbar. Um uns aber nun nicht gleich wieder zu überanstrengen, heuern wir ein Tuktuk an, das uns zum ältesten Tempel von Chiang Mai bringt. Sehr beeindruckend, wie die Tempelanlage gepflegt ist. Und ganz großartig der von Elefanten umzingelten Tempel. Eigentlich hatten wir vor, von dort direkt zu einem Markt zu fahren; unser Kutscher steht in Warteposition. Aber dann haben wir uns doch entschlossen, noch einen anderen Tempel anzusehen. Auch der hat sich wieder gelohnt, einschließlich der Skulptur eines dicken Erleuchteten, zu dem es eine Geschichte gibt: Er war so schön, dass alle ihn für Buddha selbst hielten. Mit seinen femininen Zügen verwirrte er einen Mönch so sehr, dass der ihn heiraten wollte. Der Schöne ergriff die Flucht. Um eine solche Situation niemals wieder erleben zu müssen, wurde der Erleuchtete lieber fett und unansehnlich.

Wir müssten eigentlich längst die Nase voll von Tempeln und Mönchen haben. Das Gegenteil ist der Fall. Trotz der Hitze des Mittags gucken wir noch ein, zwei Stätten an, bevor wir endlich auf einem Markt landen. Ein Raum so groß wie ein Fussballfeld ist gefüllt mit Gewürzen und Nüssen, ein anderer mit Fleisch und Gemüse. Dazwischen Klamotten und Kram. Gekocht und gegart wird selbstverständlich auch überall – es ist eine wahre Freude!

Wir haben es uns angewöhnt, mittags in der schlimmsten Hitze eine Pause zu machen, also wandern wir wieder ins Hotel. Zweimal um die Alster waren wir sicher schon wieder unterwegs. Aber es ist ja auch so toll! Die Gerüche, die Farben, die Menschen – einfach großartig. Gegen fünf sind wir wieder draußen, unterwegs zum Night Market. Nicht wegen eines Einkaufsrausches (der hat uns immer noch nicht erwischt), sondern weil wir die Atmosphäre schnuppern, vor allem aber die Garküchen angucken wollen. Es gibt nichts, was es hier nicht gibt. Einschließlich einer Ratte, die langsam und bedächtig über einen Platz trippelt, um dann unter eine Hütte zu verschwinden! Letztlich landen wir in einem Restaurant unter freiem Himmel, das offenbar aus einer Garküche heraus entstanden und groß geworden ist. Juan trinkt grünen Tee, ich natürlich ein Bier, zu essen gibt es al dente gebratenen Blumenkohl mit Prawns in einem würzigen Gemüsesud, außerdem Tempuragarnelen mit einer kleinen Honig-Chili-Sauce. Als Dessert teilen wie uns einen sticky rice mit den vielleicht köstlichsten frischen Mangos, die wir je gegessen haben. Ach, hervorragend…

Wir bummeln noch ein bisschen über die bunten Märkte, schnappen ein Tuktuk Richtung Hotel und werfen unsere Klamotten ins Köfferchen. Morgen 8:50 fährt unser Zug nach Bangkok los. 12 Stunden rattatatata… Wir sind gespannt, was wir alle zu sehen bekommen.

Dando vueltas por Chang Mai
Hoy me desperté sin fiebre y los dos nos sentimos bien, tal vez sea por el susto o excitación que tuvimos ayer a la noche. De pronto cuando estábamos en la cama, pero no dormíamos todavía, empezó a sonar la alarma del hotel, nos vestimos rápidamente y salimos al pasillo a mirar que pasaba, nos encontramos con una pareja de franceses que tampoco entendían nada.
Birgit fue hasta los ascensores y sintió ruidos que se aproximaban en la escalera, eran una pareja de ingleses que tuvieron que subir por la escalera porque los ascensores, por seguridad dejan de funcionar cuando suena una alarma. Atrás de ellos venía también un personal del hotel, con cara un poco alterada, que contó, que no ocurría nada malo, sólo un pasajero bien idiota o boludo se había puesto a fumar en la habitación e hizo saltar la alarma de humo 🙁
Salimos bien temprano después de desayunar, a las 8 ya estábamos en la calle con una temperatura de 20 grados, formidable. Para de entrada no cansarnos mucho caminando, tomamos un tuk tuk que nos llevo hasta el templo budista más viejo de Chang Mai. Deslumbrante como está conservado este complejo de templos, en especial uno rodeado con figuras de elefantes.
El tuk tuk nos estaba esperando como estaba pactado para llevarnos a un mercado, pero mientras tanto cambiamos de idea y nos llevo hasta otro templo en la ciudad vieja, valió la pena el cambio de planes porque el templo es muy interesante y lindo. Además pudimos ver una escultura de un gordo iluminado y que tiene además un historia muy especial : El fue tan lindo que toda la gente lo tomaba como un Buda. Sus rasgos tan femeninos hicieron confundir a un monje que le propuso casarse con el. El lindo iluminado se irrito tanto, que se dio a la fuga y para nunca más tener que pasar por una situación semejante, se volvió gordo y desgarbado
Teóricamente tenemos que estar cansados a esta altura de Templos y monjes, pero es el caso contrario. Seguimos viendo dos o tres más, a pesar del calor del medio día, hasta que llegamos al mercado, un edificio grande como una cancha de fútbol, con olores de todo tipo, zonas llenas de condimentos y nueces, otras con carnes, pescado y verduras, entre medio sectores donde se cocina y se come. Para nosotros una alegría.
Con tanto calor al medio día, como estamos ya acostumbrados hacemos una pausa y volvemos al hotel. Más tarde a las 5, 5:30 nos vamos al Night Market ( mercado de noche ), no porque vayamos a comprar algo, hasta ahora en todo el viaje no compramos nada y no tenemos donde llevarlo tampoco, a nosotros nos gusta la atmósfera de los mercados y todo lo que se puede ver. No hay nada que no se pueda encontrar aquí, hasta una rata camina muy tranquila, delante de nosotros y se esconde debajo de un puesto. Al final nos sentamos en un restaurante al aire libre, que preparan todo fresco a la vista. Birgit se pide una cerveza y yo, el enfermo un te verde, de comer camarones tempura con una salsa de chili (ají rojo) y miel acompañado con arroz, también camarones con coliflor. De postre compartimos mango con arroz dulce ( sticky rice ). Los mangos eran de lo mejor sólo comparables con los que comía en Caracas hace más de treinta años.
Luego con un tuk tuk volvimos al hotel y pusimos nuestra ropa en el equipaje. Mañana a las 8:50 sale nuestro tren que nos llevara en 12 horas hasta Bangkok. Ansiosos de lo que veremos en el camino.

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