Texto en español🇦🇷
Das Meer ist nicht zu sehen. Nicht nur, weil totale Ebbe herrscht, sondern vor allen Dingen wegen des Nebels. Zwar hoffen wir noch, dass er sich während des Frühstücks in Berck verzieht, aber er denkt überhaupt nicht daran.
Trotzdem bleiben wir immer schön an der Küste, stellen in Merlimont fest, dass Nebel auch segensreich sein kann und kurven durch dichtes Grau weiter nach Norden. Bei einer Temperatur von 15 Grad ist es nicht so ganz einfach, sich die Gegend schön zu gucken, aber wir sind ja bemüht.
Theoretisch haben wir vor, hier ein Wöchelchen zu bleiben und uns die Sonne auf den Pelz brennen zu lassen, praktisch sieht es ganz anders aus. Apartments direkt am Meer sind brüllend teuer, die zweite Reihe ist keine Option. Wir gucken noch ein paar weitere Seebäder an – die Begeisterung hält sich in engen Grenzen. Dunkerque gibt uns dann den Rest, auch wenn inzwischen die Sonne scheint…
Also kleiner Grenzverkehr nach Belgien. War De Panne nicht ganz schön? Nein. Das war es nicht! Da es langsam Nachmittag wird, suchen wir nach einer Bleibe. Nicht so einfach, denn hier in der Gegend ist viel ausgebucht. In Ostende sehen wir ein Hotel, das gehen könnte. Geht nicht, das letzte Zimmer wurde vor wenigen Minuten gebucht.
Sollen sie doch ihren Blödsinn weitermachen, wir fahren aufs Land! Booking.com lässt uns wissen, dass im Hotel Carpe Diem auf dem Weg nach Brügge noch Platz ist. Preislich kurz unter 100 – günstiger gibt es hier mal gar nichts. Ich gucke mir den Laden an und bin froh, ohne Blattern oder andere ansteckende Krankheiten zu entkommen. Was für ein Schweineladen! Dreckig, fies, die Leute dazu noch unfreundlich.
Inwischen ist es sieben und der Hunger nagt an uns. Wir finden über Kayak ein Best Western Superior, das last minute statt satter 270 „nur“ 121 Euro kostet. Grottenteuer, aber Brügge und ganz Belgien sind an diesem Sonnabend wie an jedem Wochenende ausgebucht. Also schnappen wir uns dort das letzte Zimmer, warten einen Moment auf die online-Bestätigung und machen uns auf den Weg.
Der Laden macht eine ausgesprochen guten Eindruck, hat aber ein massives Problem: kein Zimmer. Das ist a) blöd, weil wir es schon bezahlt haben, b) weil es unter 350 weit und breit keine Alternative gibt. Wir sehen uns schon in Holland. Doch der Manager des Hotels ist ebenso entsetzt wie wir, dass es eine Bestätigung, aber kein Zimmer gibt. Das Telefonat, das er mit Best Western führt, geht über Holland und Italien nach Arizona… Der Belgier ist pottensauer und froh, die Zusammenarbeit mit Best Western zum Jahresende gekündigt zu haben. Aber was macht er nun mit uns, seinen Kunden? Die Schwägerin führt ein Haus direkt am Markt in Brügge. Über zwei Stockwerke, grosse Terrasse – kostenneutral für uns, weil der Hotelier findet, dass Best Western, Arizona den Schaden zahlen muss. Wenn nicht? „Dann zahle ich nicht mehr an sie. Sollen sie mich doch rausschmeissen. Würde mich freuen.“
Da es in Brügge nicht nur keine Zimmer, sondern auch keine Parkplätze gibt, lassen wir das Auto am Best Western stehen und nehmen für 13,50 ein Taxi in die Stadtmitte.
Ja, und dann kommt das Hotel… In einem Haus von 1302 liegt unser Zimmer im 4. und 5. Stock. Die Dachterrasse ist sensationell, dennoch riecht die ganze Bude ein bisschen oll: Ein Wohnzimmer mit Spitzendeckchen und Nippes, das Bad riesengross mit Wanne auf Füsschen und Dusche, einen Stock höher das Bett, das über eine steile Treppe erreichbar ist. Von unserer Terrasse wird der Brüggener Turm angestrahlt – der helle Wahnsinn.
Wir richten uns in dieser once-in-a-lifetime-Bude ein und stürzen dann ins hauseigene Restaurant. Natürlich ist es inzwischen schon fast zehn, aber wir bekommen noch etwas zu essen und vor allem erst einmal ein frisches Bier.
Was für ein Tag! Nach einem kleinen Rundgang durch den knallvollen Ort hieven wir uns ins mittelalterliche Gemach und sind froh, endlich die Füsse hochlegen zu können…
El mar no se ve, no solo por la marea baja, sino también por la niebla. Esperamos que mientras desayunamos en Berck se despeje, aunque parece no va a suceder.
De todas maneras nosotros seguimos cerca de la costa. En Merlimont notamos que la niebla con sus colores grises hace un paisaje muy especial. Tenemos 15 grados en esta mañana en la costa, muy caliente no está.
Teóricamente teníamos pensado quedarnos algunos días para tomar un poco de sol, pero la situación se presenta algo distinta. Los departamentos directamente al mar son muy caros y los que no dan al mar no nos gustan. Miramos un par de balnearios más pero nuestro poco entusiasmo no cambia. Llegamos a Dunkerque y nos parece todo peor, a pesar que ahora sale el sol.
Entramos en Bélgica, De Panne no era muy lindo. Es ya media tarde y buscamos donde pasar la noche, no es fácil porque está todo reservado. En Ostende encontramos un lindo hotel, preguntamos, pera la última habitación se reservó hace minutos.
Nos convencemos que aquí en la costa no vamos a encontrar nada y nos vamos hacia el campo en dirección Brujas. En Booking.com encontramos el Hotel Carpe Diem, precio algo menos de 100€, más barato no hay nada. Lo miramos y comprobamos enseguida que no podemos quedarnos, sucio y los que atienden no son nada amables.
Mientras tanto ya son las siete de la tarde y tenemos hambre. En internet encontramos un Best Western Superior, que cuesta 121€ Last Minute, precio normal 270€, caro pero en Brujas y sábado, en todo Bélgica están los hoteles llenos. Tomamos la habitación, esperamos la confirmación online y nos ponemos en camino al hotel.
El hotel a primera vista tiene una buena impresión, pero hay un problema, no tienen habitaciones, eso para nosotros es malo, primero por qué ya pagamos y segundo no hay hoteles por debajo de 350€ en la zona. El Manager del hotel está también sorprendido y enojado, no entiende como nosotros recibimos una confirmación si el no tiene habitaciones. El llama por teléfono a Best Western en Holanda, Italia y Arizona, el belga está enojado y contento a la vez, el ya había renunciado a trabajar conjuntamente con Best Western a fin de año. ¿Pero que va hacer con nosotros? Nos preguntamos. El nos dice que tiene una cuñada que tiene un hotel directamente en la plaza central de Brujas y que nosotros podríamos tomar un apartamento allí en duplex con una terraza inmensa con muy buenas vistas de Brujas. Para nosotros no costaría más de lo que contratamos con el. Ante esa circunstancia aceptamos.
Como en Brujas no sólo no hay habitaciones tampoco hay estacionamiento, dejamos el auto en el estacionamiento de ese hotel y con un taxi vamos hasta El Centro de Brujas.
Y ahora nuestro hotel allí….. en una casa del año 1302 está nuestra habitación o departamento, en el cuarto y quinto piso. La terraza es sensacional, huele un poco a viejo. Tiene un living comedor amueblado y con tapizados antiguos, una sala de baño con bañadera con pies y una ducha extra, en el piso superior una habitación y una terraza desde donde en la noche iluminan con reflectores los edificios históricos de la plaza, la vista sobre los techos de la ciudad es única.
Nos instalamos en el apartamento y rápidamente bajamos al restaurante. Son ya casi las diez pero la cocina por suerte está abierta y pedimos algo para cenar, pero lo que más disfrutamos es la buena cerveza fría.
Que día tuvimos hoy, luego de cenar damos una vuelta por la plaza y sus bares repletos de turistas y luego volvemos a nuestro departamento medieval a descansar finalmente.